
[…] Una pregunta fundamental de cualquier persona que quiere cambiar las cosas: los que mandan, ¿por qué mandan? En nuestras sociedades mandan quienes son capaces de construir en torno a su dirección un consentimiento general y que además la gente vea el mundo con las gafas, con las palabras, con los conceptos de los sectores dirigentes. Esa relación es muy específica porque es inestable y tiene que ser siempre negociada. Es decir, tiene que integrar siempre una parte de lo que los subordinados necesitan quitándole su carácter, digamos de contestación total (….). Pero lo que hay que tener en cuenta es que mandan porque tienen la capacidad de integrar y excluir a la vez. Las razones de los dominantes incluyen en forma subordinada a los dirigidos, les dan sentido y alguna forma de esperanza dentro de su orden. La coacción, por tanto, siempre es la última ratio.
Siempre me acuerdo de la frase de Nicos Poulantzas que decía, desde otra visión. «el Estado capitalista tiene siempre la misión de agrupar por arriba y dispersar por abajo, es decir, fragmentar y dispersar el descontento». Integra esa parte del descontento y otra parte la manda a la resignación y la marginalidad.
Errejón y Mouffe en Construir Pueblo. Hegemonía y radicalización de la democracia. Icaria, 2015.