Para detener los efectos corruptores de una religión que imponía la verdad, se separó lo más completamente posible la cuestión de la libertad de la cuestión de la verdad. Eso quería decir que se definía al ser humano por la libertad e incluso que se afirmaba que la verdad residía en la libertad. La idea de libertad se impone por completo sobre la idea de verdad. Esta victoria fue, tal vez, demasiado completa. Privada de su relación conflictiva con la verdad, la libertad tiende a desplomarse sobre sí misma. En lugar de ser el esfuerzo tendiente a la autonomía, al gobierno de sí mismo, se convierte en aceptación y declaración de sí, acompañada de la exigencia de que los demás reconozcan y respeten esta aceptación y esta declaración. Habiendo vencido a la verdad, o habiéndola absorbido, la libertad es vencida o absorbida por la propiedad.
Pierre Manent (2016). Curso de Filosofía Política. IES. 63