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19th Nervous Breakdown


Estar al día es tan mentiroso como no estarlo. Eso ya lo dijo LCD Soundsystem hace más de dos décadas y, bueno, el paso del tiempo en la música es interesante porque se aceleró tanto la sensación (me acuerdo que antes el pop se medía por años-eje (1956, el rock and roll; 1967 la psicodelia y el álbum como pieza artística; 1977, el punk; 1984, new wave y synthpop; 1991 tecnodelia/indie y metal entrando al mainstream) y luego ya todo se vuelve difuso y terminamos en un tiempo que no podía acelerar ni retroceder que podría resumirse en la música de Tik Tok: sin contexto, relentizada, sin revival porque tienes a tu disposición cualquier estilo como frame con que superponer imágenes, chistes malos, bailes, parodias en menos de 55 segundos.

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Po(p)lítica

Kasper conspirando antes de pasarse (spoiler) a una industria parecida o peor.

El viernes le escribí un directo a JMV. Un mensaje corto y preciso, donde le explicaba lo que estoy seguro que sabe pero que a veces es bueno decir/escuchar: su trabajo es bueno y se le agradece.

Y también, como muchas veces soy capaz de adelantarme a las acciones comunicacionales de los demás (algo que un asesor, spin doctor o como quieran llamar debe tener incorporado en su sistema operativo) sabía que no contestaría.

Es más: lo escuché criticar un par de días después a una persona que se acercó a preguntarle cosas sobre política y comunicaciones para una universidad, lisonjeándolo y sin siquiera agregarlo a redes sociales. Como si. no existiera la posibilidad de que por timidez o prudencia uno no quiere agregar a las personas que admira o respeta a las redes. Y que las felicitaciones pueden ser sinceras.

El asunto es que me acordé que él fue la primera persona con la que hablé en serio de medios en Santiago. Lo encontré en una radio donde dejé mi CV (1). Me dijo, sin siquiera conocerme, que pasara a su programa de TV. De esa grabación recuerdo sólo tres cosas:

  1. JMV paseándose en círculos repitiendo una y otra vez el monólogo de inicio del programa.
  2. Los invitados que en esa época estaban en la cúspide mediática y de estupidez.
  3. El catering que los invitados consumían y yo que no había alcanzado a traerme de una Coca-Cola o un sanguchito.

Después nos fuimos caminando por Bellavista hacia la entonces llamada Plaza Italia y me dijo entre otras cosas que debía meterme en política y economía, que ahí estaban los grandes temas, que escribiera en medios independientes y que intentara aprender lo más que podía, aunque no me pagaran nada.

Yo, por más de sentido común que fueran sus “consejos” (yo en esa época esperaba a un equivalente a Lester Bangs) por supuesto hice todo lo contrario.

Recién ahora, que actualizo el archivo me doy cuenta.

(1) En la radio terminé grabando un piloto a dos meses de que fuera cerrada, lo que demuestra que mi “fantasma”, contraparte al entreparéntesis del segundo párrafo, es capaz de desplazarse hacia mi histórico mal timing laboral.

Vuelve el podcast

En medio de la pandemia empecé a conversar con amigos o gente de confianza sobre lo que nos espera tras el desconfinamiento (si es que lo hay).

Ahora, en esta segunda etapa me centraré en investigadores y sus nuevos libros con nuevo opening y en conversaciones más acotadas y con precisión quirúrgica.

Comencé con Tomas Peters y su sobresaliente Sociología(s) Del Arte Y De Las Políticas Culturales (Metales Pesados) y puede escucharse en varios formatos por acá.

“Parecía el final pero era sólo el principio”

Ese es el título de mi texto incluído en el libro/colectivo/proyecto Arde.

Fue lo primero que me salió cuando me invitaron a participar.

Después no estaba seguro, sobre todo al enterarme que compartiría espacio con escritores, artistas, intelectuales y académicos de varias generaciones incluyendo además a figuras más mediatizadas como Zizek, Raúl Zurita o Diamela Eltit.

Me acordé que en en septiembre de 1988, antes del plebiscito, se publicó un libro bello y de similares características (Arturo Navarro fue el editor y me mandó el scan).

Inspirado en este texto de Carlos Olivárez, escribí el mío.

Aunque luego pedí que no se publicara, al verlo finalmente en Arde siento que al final es la única forma que tengo de hablar con él (y con el acontecer histórico-político).

Hola, Carlos.

La muerte del rock

Nunca pienso mucho en esto, pero mi editora me hizo volver a CBB para unos trámites para México.

Fue en 1993 o 94, cuando un ex hippie de una tienda de instrumentos de Concepción me mostró un libro de rock con Frank Zappa en la tapa. Lo guardaba como una reliquia, con subrayados y apuntes en lápiz grafito.

A mí me llamó la atención: ¿Escribir sobre música? ¿Hacer “teorías” sobre discos y canciones?.

Nunca me lo pude conseguir. Hasta que en 2016 conocí al autor quien me recomendó vomitar todas mis ideas, conversaciones, párrafos que pasaban desapercibidos en críticas de discos.

Yo, que conocía las redes y procedimientos dudosos (para mí) de las editoriales, decidí —mas o menos conscientemente— escribir el libro #00 como decía mi esposa y presentar el proyecto a la editorial que lo publicaba a él que, en ese momento, como dije en la TV de Perú se dedicaba a la narrativa y especialmente a la poesía, lo que me hacía sentir más contento aún. Los quiero mucho, Eutopía.

Gracias a este colega, el texto apareció gigante (¡y elogiado!) en El Mercurio antes incluso de llegar a librerías (el único ejemplar que mandé a un medio, en La Segunda me dio lata aparecer a dos páginas trabajando yo allí). Tampoco quise lanzamientos ni esas cosas que hacen los escritores que tenía que cubrir.

El experimento funcionó: el ensayo apareció (o fui entrevistado) en medios de España, Perú, Argentina y hasta Radio U. de Chile, Rockaxis (hola Marcelo Contreras) y CNN. También recibí felicitaciones de los colegas que admiraba (y sigo admirando). Y Alfredo Lewin decidió organizar en el Instituto Británico lo que más se aproximó a un lanzamiento.

El viaje a Lima (originalmente iba a cubrir a los chilenos de la Feria del Libro y de paso a hablar de música) fue extraño, con una mezcla de divertido hate de cierto público que llenó la presentación (y no entendió bien el libro… agh debí haberlo dividido por capítulos) y la buena onda de los presentadores (Alan, Fidel) con los que nos fuimos a tomar unos chilcanos mientras de fondo tocaba Miki González y luego me fui al hotel a llamar a Daniela y contarle que todo esto es muy loco. Lo que de verdad no me esperaba era esta segunda oportunidad de salir a exponer las pocas ideas interesantes que tiene, pero que valen la pena. Veamos qué pasa, antes que venga el #01.

Por eso les dejo esta entrevista de 2018: ¿Cierto que lo mejor es nuestro gato Elliott?

Algunas reacciones que logré ordenar y guardar en mi informe al Ministerio de Cultura.

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